lunes, 9 de febrero de 2009

El tarot junguiano como herramienta terapeutica


Sabemos que el tarot es un oráculo antiguo que se utiliza mayormente con fines predictivos. Sin embargo, existen otras miradas posibles. Cuando descubrí el tarot quedé fascinada con la sabiduría que encerraba este camino de evolución de la conciencia simbolizado por los 22 arcanos mayores. Así entendí que las situaciones planteadas por el tarot no eran más que estados de conciencia, “iniciaciones”, circunstancias de la vida humana.
Más tarde conocí el tarot junguiano, que consiste en aplicar la psicología de Carl Jung al conocimiento e interpretación de los arcanos. Conceptos como sombra, inconsciente colectivo, ánima (mujer interna) ánimus (hombre interno), máscara, ego-conciencia, self están representados en los símbolos de los arcanos. El camino de individuación que plantea Jung y que consiste en integrar nuestros aspectos oscuros (la sombra), trascender el ego, unirnos a nuestro opuesto (la mujer/el hombre interno según el sexo de cada uno) y finalmente contactar con nuestra naturaleza más profunda (el self) para sentirnos plenos e integrados, está delineado en el camino del tarot, que con su sabiduría y enseñanza nos da las pautas para alcanzar ese estado de plenitud.
Cuando empecé a trabajar con el tarot de esta manera aplicando mis conocimientos de psicología junguiana y astrología con orientación psicológica, pude experimentar cómo las interpretaciones se volvían mas profundas. El pensamiento junguiano apunta a la integración de uno mismo pero a partir de un camino individual. En ese sentido el hecho de hacerse responsable de la propia vida se vuelve significante. La gente que consulta se lleva consigo mucho más que un mero “pronóstico” sobre los posibles acontecimientos externos de su vida. El mensaje que yo quiero transmitir es que finalmente son ellos los que tienen que hacerse cargo de su propio interior si es que quieren modificar el exterior, dejar de victimizarse proyectando en el entorno su propia oscuridad, buscando en el afuera al “salvador” al “héroe” de su película.
Por otra parte, en mis cursos también soy testigo diario de la transformación que opera en mis alumnos. Mi método de enseñanza no es meramente teórico sino que apunto a que se conecten con el mundo de los arquetipos desde el hemisferio derecho: el arte, la escritura, la imaginación activa etc. Incorporo lo onírico y las sincronicidades así como también los mitos y símbolos que se encuentran tanto en sus sueños como en la vida cotidiana. En cada clase se “activan” los arquetipos simbolizados por el tarot y entonces surge todo un universo de sueños, causalidades, frases, situaciones. Mediante esta vivencia de los arquetipos se logra que estos se “sientan” se interioricen, se hagan carne. La transformación conlleva todo un proceso: al principio surge el entusiasmo por el aprendizaje y lo nuevo, se suben a “El Carro” (arcano VII) luego atraviesan un desierto, se convierten en peregrinos (“El Ermitaño”) (arcano IX), y si logran seguir adelante y llegar al final del camino (“El Mundo) (arcano XXI) se llevan en el mejor de los casos un mayor acercamiento a los misterios de la vida y a su propia interioridad, al menos ese es el objetivo.
El tarot nunca reemplaza al trabajo terapéutico pero puede servir de complemento, en la medida que por medio de los arquetipos simbolizados en los arcanos la persona puede ser más consciente de sus actos, sus aspectos oscuros, el sentir ajeno, las vías de expansión de su conciencia, la integración de su psiquis.
ARTICULO PUBLICADO EN COLABORACION PARA LA REVISTA EL UMBRAL (revista para la nueva humanidad) N° 5 AÑO 47 FEBRERO 2009. todos los derechos reservados.

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